sábado, 15 de mayo de 2010

MALTHUS




Estamos asistiendo a un ataque organizado y severo contra la Iglesia Católica que viene tanto de la izquierda radical comunista como desde las posiciones ultraconservadoras capitalistas, y que han puesto el foco sobre la Iglesia en tres frentes esenciales.

1º.- El carácter antidemocrático de la Iglesia por oponerse a la legislación interna de los países que autorizan el aborto, considerando la ley como bien supremo, aspecto tratado en el post
¿NO SON HUMANOS?

2º.- La pederastia como mal típico de la iglesia, a quien también me he referido el post
IGLESIA CATOLICA Y PEDERASTIA

3º.- Finalmente se ataca a la iglesia por anti progresista, insensible ante los problemas del SIDA y la prohibición del uso del preservativo en países del tercer mundo.

Lo que no se ha querido entender es que la Iglesia en este punto mantiene una posición contraria a los preservativos no por estrechez mental, sino por antimalthusianismo.

Desde 1798 Malthus y sus seguidores nos advierten de un peligro respecto de la cual deberían adoptarse medidas y que no es otro que el hecho de que mientras la población mundial crece en progresión geométrica, la capacidad del planeta para producir Alimentos crece en progresión aritmética, lo que nos conducirá a una situación insostenible.

O dicho de otra manera, ya que la superficie terrestre limita inexorablemente la producción alimenticia, también limita el número de seres humanos que pueden vivir en el planeta.

Las tesis sostenidas por Malthuse tendrían estas consecuencias fundamentales:

1º.- La naturaleza procede a una selección natural de los individuos tratando de evitar el colapso.

2º.- Sin embargo las medidas sociales adoptadas por los Estados perturban el juego de las leyes de la naturaleza encargadas de seleccionar a los más aptos y de eliminar al resto.

3º.- Dado que es inadmisible que los menos dotados perjudiquen a la especie, es preciso ayudar a la naturaleza en su proceso selectivo, con medidas tendentes a garantizar la viabilidad de los más aptos y deprimir la de los inútiles o no aptos.

Nos referimos a doctrinas nacidas a principios del s. XIX, pero, desgraciadamente, con plena vigencia actual.

Son interesantes las críticas dirigidas frente a la constante inspiración Malthusianista de la ONU en sus programas de control del crecimiento de la población, expuestas por el Profesor de la Universidad de Lovaina Michel Schooyans.

Sus conclusiones esenciales podríamos resumirlas del modo siguiente:

1º.- La política de control mundial de la natalidad propugnada por la ONU, esencialmente a través del FNUAP (Fondo de Población de Naciones Unidas) se basa en la falsa idea de que sin control de la población no existe desarrollo, sobre la base de tres controvertidos argumentos:

a) Los países pobres del tercer mundo tienen demasiados hijos y son responsables de su propia miseria.

b) El crecimiento poblacional desordenado es causa de la pobreza y del desempleo.

c) La concentración de pobres, desplazados a las grandes ciudades, es origen de criminalidad y delincuencia.

2º.- La corrientes neomalthusianistas explotan las concepciones hedonistas, el derecho al placer individual y la emancipación de la mujer como instrumentos de sus fines, tal y como se demuestra en las propias conclusiones de las Conferencias de la FNUAP (Fondo de Población de Naciones Unidas) desde 1994, que recogen postulados tan discutibles como los siguientes:

a)La educación y emancipación de las mujeres son medios para lograr la reducción de la natalidad” Lo que nos llevaría, por deducción, a considerar que las políticas “feministas” de la ONU no responden a una finalidad intrínseca de lucha por la igualdad de la mujer, si no que son mero instrumento demográfico.

b)La educación de la mujer debe de contener una expresa referencia a la educación sexual y reproductiva, en la que aparecen como “nuevos derechos” la libertad sexual, el aborto, la homosexualidad e incluso la esterilización voluntaria o forzosa”.

c)La familia debe ser “reinventada” pues en su concepción tradicional es una institución de opresión y marginación de la mujer, a la que impone un rol meramente reproductor, impidiendo su realización. Por ello debe defenderse la idea de los “nuevos modelos de familia” frente a la monógama y heterosexual, defendiéndose el modelo de familia monoparental, homosexual, reconstruida, etc...”

Formulaciones que se realizan, nuevamente, con una finalidad puramente demográfica tendente a la reducción de la natalidad, pues no se trata de defender las distintas opciones sexuales de la mujer y de liberarla de su carga reproductora en aras a su realización como ser humano, si no que lo que se pretende es disminuir la natalidad.

Además, no deja de ser escandaloso que los programas sobre población de las Naciones Unidas, siguiendo sin empacho el modelo Malthusianista, centren su acción en los países pobres a quienes, en la ola “neoecologista” tan de moda, se acusa de ser los causantes de los males que aquejan al planeta, pues sus políticas de desarrollo ocasionan la degradación del medio ambiente, la deforestación, la contaminación y el efecto invernadero. Lo que llevaría a la conclusión formulada por Malthus:

Ayudar a los pobres es transgredir la moral natural

Según el propio las concepciones de Schooyans Malthus se han reactivado en los últimos años en defensa de los intereses de los países ricos, en el dialogo Norte-Sur, países ricos-países pobres.

Sin embargo, el mismo autor cita los trabajos de varios Premios Nóbel para desmontar la teoría malthusinista.

Así, en primer lugar se nos cita al premio Nóbel Norman Borlaug quien en sus trabajos habría venido a demostrar que la pobreza de los llamados “países del tercer mundo” no es debida al agotamiento de los recursos productivos del planeta, si no a causas humanas, como serían las guerras, los malos gobiernos, la falta de educación, la precariedad en los sistemas de garantía de los derechos de los ciudadanos, o la imperfección de los procesos de distribución.

En segundo lugar se nos citan los trabajos del Premio Nóbel Gary Becker , premiado con este galardón en 1992 por sus trabajos tendentes a demostrar la importancia de la familia tradicional y el papel de la madre en la educación y en el desarrollo de la sociedad.

Finalmente se nos citan los trabajos del Premio Nóbel de Economía de 1998 Amartya Sen que pone el énfasis en los derechos políticos de los ciudadanos como instrumento esencial de lucha contra la pobreza, sobre el principio de que no hay desarrollo sin democracia, ni democracia sin libertad. Como dijera el propio Sen:

“La tentación de imponer un modelo obligatorio de control de la natalidad nace en el momento en que los Gobiernos tienen prioridades distintas a las de sus ciudadanos y sus familias”

La conclusión no puede ser otra que considerar que la ONU y sus programas malthusianistas de control de la natalidad responden a criterios materialistas inadmisibles, puestos al servicio de concepciones que atentan a los Derechos Humanos, a la dignidad de la persona, fruto de las concepciones antagónicas, pero en esta ocasión coincidentes en los métodos ---en cuanto que sirven a la consecución de sus dispares fines materialistas--- del capitalismo neoliberal y de la planificación neomarxista.

Ninguna de ambas corrientes doctrinales tiene consideración hacia el ser humano, sino que persiguen la defensa del Mercado o del Estado, como bienes supremos a los que debe supeditarse el individuo.

Ninguna de ambas corrientes doctrinales, en consecuencia, puede aportar una visión aceptable del problema del desarrollo en el tercer mundo, y solo concepciones basadas en el humanismo, podrían aportar luz en este asunto.

Y en este juego, de manera no explicita pero si evidente, la Iglesia ha tomado partido contra el Malthusianismo y su posición contraria a los preservativos no es un intransigencia sexual, sino una lucha contra la deshumanizada política de “control de la natalidad”, que pretende descapitalizar humanamente a los países del tercer mundo en beneficio de los países ricos y desarrollados.

El problema, como en muchos casos es que la Iglesia no ha sabido, o no ha querido, explicarse con más contundencia.

lunes, 10 de mayo de 2010

DESTINO, LIBERTAD Y MIEDO


¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo
ya que me tratáis así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber,
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender,
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que yo no gocé jamás? […]

Segismundo se lamenta de su destino y de su falta de libertad, en los bellísimos versos transcritos de la obra dramático-filosófica de Calderón de la Barca “La vida es sueño” (1635)

En estos versos se condensan dos de las cuestiones esenciales que agobian al ser humano, las referentes a su propio destino y a su propia libertad personal.

Todos nos hemos preguntado, alguna vez, porqué el destino nos ha premiado o castigado con nuestras alegrías y tristezas, nuestros desvelos y nuestras ilusiones, nuestros éxitos y nuestros fracasos, y todo lo ligamos, además, a nuestra situación de libertad o sujceción en todo cuanto hacemos.

Y generalmente, esas preguntas se convierten en obsesión en los malos momentos, cuando la realidad que nos circunda, las experiencias que vivimos, los momentos por los que atravesamos, no son los más favorables.

En un interesante libro de influencia tántrico budista llamado “Cuando Todo se derrumba” con el subtítulo “Palabras sabias para momentos difíciles” de la norteamericana Pema Chodron, podemos leer:

La oportunidad más preciosa para abrirnos o cerrarnos a la vida se nos presenta cuando llegamos a ese lugar donde pensamos que no podemos con lo que está pasando, que es demasiado, que las cosas han ido demasiado lejos”.

Efectivamente, en esos momentos de desánimo, de desconcierto, de perturbación del espíritu, es cuando más fuertes debemos hacernos y más firmemente actuar.

Son, esos, momentos de introspección y reflexión; Ya lo decía Pascal:

Hay que conocerse a uno mismo, aunque ello no sirva para encontrar la verdad, servirá, por lo menos, para arreglar la propia vida y nada más justo que esto”.

Sin embargo es el propio Pascal quien pone de manifiesto la tendencia del hombre a no entrar en razón, sino a encubrir sus preocupaciones con meras ocupaciones banales, cuando nos dice:

Nuestra naturaleza está en el movimiento; el reposo completo es la muerte. Nada es tan insoportable para el hombre como estar en pleno reposo, sin pasiones, sin quehaceres, sin divertimiento, sin aplicación. Siente entonces su nada, su abandono, su insuficiencia, su dependencia, su impotencia, su vacío. Inmediatamente surgirán del fondo de su alma el aburrimiento, la melancolía, la tristeza, la pena, el despecho, la desesperación. […] Que hombre, por muy lleno de tristeza que esté, si se puede obtener de él que se embale en algún divertimiento, helo feliz durante este tiempo; [...] Sin divertimiento no hay alegría, con el divertimiento no hay tristeza.”

Pero, ¿a que es debida esta debilidad del espíritu humano, esta tendencia a frivolizar la vida ocupándola en cosas triviales?

Según Erasmo de Rotterdam en su “Encomio de la Estulticia” o “Elogio de la Locura” —pues de ambas formas es conocida su obra satírica—, el motivo estaría en la estupidez que preside la vida del hombre, así en el Capítulo XVI de su obra, por boca de la propia “Estulticia”, nos dice:

[…] volvamos a la Tierra para ver en ella que nada hay alegre ni feliz que no se deba a mi favor. Observad primeramente con cuánta solicitud ha cuidado la naturaleza, madre y artífice del género humano, de que nunca falte en él el condimento de la estulticia. En efecto, según la definición de los estoicos, la sabiduría no es sino guiarse por la razón y, por el contrario, la estulticia dejarse llevar por el arbitrio de las pasiones, pero Júpiter indujo en la vida humana más inclinación a las pasiones que a la razón para que ésta no fuese irremediablemente triste y severa. ¡¡¡En tanta medida difiere media onza de una libra!!! Además relegó a la razón a un angosto rincón de la cabeza, mientras dejaba al resto del cuerpo al imperio de los desórdenes. Así pues enfrentó a dos tiranos violentísimos: la ira que domina en el castillo de las entrañas y hasta en el corazón, fuente de la vida; y la concupiscencia, que ejerce dilatado imperio hasta lo más bajo del pubis.”

Es decir que el hombre sería, así, una criatura gobernada por las pasiones, esencialmente la ira y la concupiscencia, cuya felicidad y alegría no serían sino fruto de la estupidez que gobierna su mente, pues la razón habría quedado, por designio de los Dioses, relegada a un angosto rincón de su cabeza.

Me niego sin embargo a mostrar mi acuerdo con los clásicos.

Puede que esa descripción alcance al común de los mortales, pero creo que existen hombres que difieren de comportamiento tan irracional y se esfuerzan por conseguir que la razón gobierne sus vidas.

Hombres a los que la Razón y la Fe ayudan a superar sus miedos, sus desgracias, sus fatalidades.

Serán, tal vez, los menos, pero se apartan del rebaño Nietzeiano, ajustan su comportamiento a los dictados de la razón y responden a la máxima de considerar que el problema no es que ellos sean distintos, sino que todos los demás son demasiado iguales.

Y ellos serán, en definitiva, los triunfadores, aunque no tengan el reconocimiento de sus semejantes, pues habrán alcanzado su equilibrio interior, incluso ante las adversidades.

Y lo lograrán, incluso, ante la mayor de las adversidades posibles, que es el anuncio de la propia muerte.

La psiquiatra suiza-americana Elisabeth Kübler-Ross, en su libro “On Death and Dying” publicado en 1969 y en el que define el conocido “Modelo de los cinco estados de lamento” frente a las adversidades, lo concreta de modo magistral en esta frase:

Quienes aprenden a conocer la muerte, más que a temerla y luchar contra ella, se convierten en nuestros maestros sobre la vida.”

El Modelo Kübler-Ross, define los siguientes estados emocionales frente a la adversidad:

1.Negación — "Me siento bien."; "Esto no me puede estar pasando, no a mi." La negación es solamente una defensa temporal para el individuo

2.Ira — "¿Por qué a mi? ¡No es justo!"; "¿Cómo me puede estar pasando esto a mi?"; Cuando el individuo reconoce que la negación no puede continuar, le invaden sentimientos de ira, resentimiento y envidia

3.Negociación — " Señor, Déjame vivir para ver a mis hijos graduarse."; "Haré cualquier cosa por un par de años más."; Etapa que involucra la esperanza de que el individuo puede de alguna forma posponer o retrasar la muerte

4.Depresión — "Estoy tan triste, ¿Por que hacer algo?"; "Voy a morir, ¿Cuál es el punto?"; "Extraño a mis seres queridos, ¿Por qué seguir?"; Durante la cuarta etapa, la persona que está muriendo empieza a entender la seguridad de la muerte. No es recomendable intentar alegrar a una persona que esta en esta etapa. Es un momento importante que debe ser procesado, pues conduce a la última y definitiva etapa.

y 5.Aceptación — "Todo va a estar bien."; "No puedo luchar, debería prepararme para esto."; Con ella llega con la paz y la comprensión de que la muerte está acercándose irremediablemente.

El modelo es adaptable a cualquier adversidad importante y, aunque en su descripción no se hable ni de Razón ni de Fe, ambos conceptos son componentes esenciales en el proceso.

Solo desde la aceptación racional de la realidad en que consista la adversidad, podrá esta enfocarse adecuadamente, ya se trate de la muerte, frente a la que el hombre se prepara para abandonar en Paz el mundo terrenal, hasta cualquier otra adversidad, pues solo desde su aceptación, solo desde su interiorización reflexiva podrá buscarse una solución realista y aceptable.

Y solo desde la fe, el desapego y la resignación, podremos construir un nuevo estado de ánimo que nos permita enfrentarnos a nuestros problemas.

Desde luego y aunque tratemos de engañarnos, cegados por la “estulticia”, ninguna adversidad podrá ser superada buscando quehaceres banales o el divertimento, pues transcurrido el breve espacio de nuestro tiempo en que la distracción nos ocupe, la angustia, el temor, la melancolía, la tristeza, la pena, el despecho, la desesperación, EL MIEDO, todos estos sentimientos volverán a conquistarnos.

Creo que la música que mejor puede sintetizar el contenido de este post no es otra que el fado que os incluyo, cantado por Mariza.



viernes, 7 de mayo de 2010

EL OLFATO



Os propongo leer este post acompañado de esta maravillosa música de Mozart para Oboe




El olfato es posiblemente el más animal de nuestros sentidos, y posiblemente por ello uno de los menos considerados.

La información olfativa procedente de nuestra nariz, a través de los terminales nerviosos situados en nuestras pituitarias, es conducida por los nervios olfativos hasta el sistema límbico ―sistema formado por varias estructuras cerebrales que gestiona respuestas fisiológicas ante estímulos emocionales― y al hipotálamo, regiones cerebrales, ambas, responsables de las emociones, sentimientos, instintos e impulsos; tales regiones almacenan también los contenidos de la memoria y regulan la liberación de hormonas para regular determinadas funciones de nuestro sistema vegetativo ―temperatura, equilibrio hídrico, metabolismo, sueño, etc…―.

Ya que el sentido del olfato penetra e nuestro cerebro a través de esta región, los olores pueden modificar directamente nuestro comportamiento y las funciones corporales.

Sólo más tarde parte de la información olorosa alcanza la corteza cerebral y se torna consciente.

El sabor puede solamente es dulce, salado, amargo y ácido; El resto es olfato.

El resto de sensaciones que incorporamos a ese complejo sentido que llamamos “gusto” son olfativas.

En consecuencia el olfato juega un papel esencial en la valoración y el disfrute de los alimentos, pues lo que llamamos sabor no es sino la combinación de los sentidos del gusto y el olfato.

La prueba más evidente es que cuando nos acatarramos, y ese catarro implica una congestión nasal, perdemos completamente el sentido del “sabor”, que no del gusto, pues perdemos el olfato y su participación en aquel complejo concepto del sabor.

Es, por otra parte, tan animal ese sentido, que en el lenguaje coloquial se dice que alguien “tiene olfato” cuando goza de una elevada intuición, de una percepción casi innata de las cosas o realidades que le rodean, como si las “oliera” mejor que los demás.

Y ese es el olfato al que voy a referirme más detenidamente en esta “reflexión heteróclita”.

Marcel Proust, en el libro “Tras el camino de Swan” de su obra “En busca del tiempo perdido” hace referencia a una experiencia olfativo-gustativa interesante. El relato es el siguiente:

“Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y por la perspectiva de otro triste día tan melancólico por venir, me llevé a los labios una cucharada de té en la que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal. ¿De dónde podría venirme esa alegría tan fuerte? Me daba cuenta de que iba unida al sabor del té y del bollo, pero le excedía en mucho, y no debía ser de la misma naturaleza. ¿De dónde venía y qué significaba? ¿Cómo llegar a aprehenderlo? Bebo un segundo trago, que no me dice más que el primero; luego un tercero, que ya me dice un poco menos. [...] Vuelvo con el pensamiento al instante en que tomé la primera cucharada de té, y me encuentro con el mismo estado, sin ninguna claridad nueva. Pido a mi alma un esfuerzo más que me traiga otra vez esa sensación fugitiva. [...] Y luego, por segunda vez, hago el vacío frente a ella, vuelvo a ponerla cara a cara con el sabor aún reciente del primer trago de té y siento estremecerse en mí algo que se agita, que quiere elevarse, algo que acaba de perder ancla a una gran profundidad, no sé el qué, pero va ascendiendo lentamente; percibo la resistencia y oigo el rumor de las distancias que va atravesando. [...] Y de pronto el recuerdo surge. Ese sabor es el que tenía el pedazo de magdalena que mi tía Leoncia me ofrecía, después de mojado en su infusión de té o de tila, los domingos por la mañana en Combray. [...] Y como ese entretenimiento de los japoneses que meten en un cacharro de porcelana pedacitos de papel, al parecer, informes, que en cuanto se mojan comienzan a estirarse, a tomar forma, a colorearse y a distinguirse convirtiéndose en flores, en casas, en personajes consistentes y cognoscibles, así ahora todas las flores de nuestro jardín y las del parque del señor Swann y las ninfeas del Vivonne y las buenas gentes del pueblo y sus viviendas chiquitas y la iglesia y el Combray entero y sus alrededores, todo eso, pueblo y jardines, que va tomando forma y consistencia, sale de mi taza de té.”

¿Quién no ha vivido alguna vez una experiencia similar?.

En la Psicología moderna se conoce como “La Magdalena de Proust” el fenómeno por el cual un olor, un sabor, un sonido, una visión, generan en nuestra memoria la vuelta repentina de recuerdos olvidados, generalmente amados u odiados, de modo intenso y muy perceptible.



A mi me sucede frecuentemente con el olor del heno recién segado, que me transporta, literalmente, a mis recuerdos de infancia o juventud en mis veraneos asturianos.
A la “siega de la pación”, cuando subíamos a los praos de las colinas desde Casa de los abuelos, acompañando a los braceros que dirigiera Severino en los días soleados de verano, para acopiar el heno que serviría de alimento a las vacas durante el invierno, una vez acomodado en la “tenada” o en los “balagares”, las varas de hierba en forma de pera que no eran sino almacén de hierba.

En esos días subíamos a los praos en el carro tirado por una yunta de vacas, pasábamos el día con nuestros juegos y el almuerzo impregnados por el intenso olor del heno segado y volvíamos a casa adormecidos sobre el montón de hierba atado con sogas en lo alto de la carreta, que, guiada por Severino con su vara de avellano, nos devolvía a la merienda en la Casa al ritmo del ronquido del eje de madera del carro y las canciones de los segadores.

O aquellas romerías de juventud en los praos de las aldeas que circundaban Gijón, en las que, en los días calmos, era frecuente que el olor del heno recién segado por algún paisano de la zona, invadiese el ambiente cálido y húmedo de los atardeceres.

Al fin el alma no es sino el compendio de los recuerdos y las experiencias tamizados por nuestra razón y los principios, que lo conforman todo.
Nada más y nada menos…

sábado, 1 de mayo de 2010

IGLESIA CATOLICA Y PEDERASTIA

Detalle de el Descendimiento de la Cruz de Van der Weyden.

La única reacción de un católico ante las noticias aparecidas en los medios de comunicación del mundo entero sobre numerosos escándalos de pederastia protagonizados por sacerdotes católicos durante los últimos años, no puede ser otra que la del llanto y la indignación.

La Iglesia, sus jerarquías, han abordado valientemente el escándalo frente a la malintencionada utilización que, de aquellos lamentables sucesos, están haciendo todos los movimientos, asociaciones, grupos o personas de sentimiento anticristiano o anticatólico.

La Iglesia ha sido contundente en este asunto, pero la crítica es siempre la misma:

“¿y si lo sabían porqué no han hecho nada antes?”

Pero es que, ante todo, la afirmación de la Iglesia no ha hecho nada no es cierta.

Ya el Papa Juan Pablo II en su discurso pronunciado en la reunión Interdicasterial con los Cardenales de Estados Unidos, el martes 23 de abril de 2002, decía:
“Como a vosotros, también a mí me ha dolido profundamente que algunos sacerdotes y religiosos, ………… hayan causado tanto sufrimiento y escándalo a los jóvenes. Debido a ese gran daño provocado por algunos sacerdotes y religiosos, a la Iglesia misma se la ve con sospecha, y muchos se sienten ofendidos por el modo como perciben que han actuado los responsables de la Iglesia a este respecto. Desde todos los puntos de vista, el abuso que ha causado esta crisis es inmoral y, con razón, la sociedad lo considera un crimen; es también un pecado horrible a los ojos de Dios.”

Tras la multiplicación de los casos de abuso y pederastia denunciados en los medios de comunicación, el Papa Benedicto XVI publicó el 9 de marzo de 2009, su Carta a los católicos de Irlanda , en la que, entre otras cosas se nos dice:

“Sólo examinando cuidadosamente los numerosos elementos que dieron lugar a la crisis actual es posible efectuar un diagnóstico claro de sus causas y encontrar remedios eficaces. Ciertamente, entre los factores que contribuyeron a ella, podemos enumerar: procedimientos inadecuados para determinar la idoneidad de los candidatos al sacerdocio y a la vida religiosa; insuficiente formación humana, moral, intelectual y espiritual en los seminarios y noviciados; y una preocupación fuera de lugar por el buen nombre de la Iglesia y por evitar escándalos, cuyo resultado fue la falta de aplicación de las penas canónicas en vigor y la falta de tutela de la dignidad de cada persona."

para continuar diciendo:

“…ya en 2006 pedí a los obispos de Irlanda, establecer la verdad de lo sucedido en el pasado, dar todos los pasos necesarios para evitar que se repita en el futuro, garantizar que se respeten plenamente los principios de justicia y, sobre todo, curar a las víctimas y a todos los afectados por esos crímenes abominables"
“Los sacerdotes y religiosos que habéis abusado de niños habéis traicionado la confianza depositada en vosotros por jóvenes inocentes y por sus padres. Debéis responder de ello ante Dios todopoderoso y ante los tribunales debidamente constituidos … habéis violado la santidad del sacramento del Orden, … y además del inmenso daño causado a las víctimas, se ha hecho un daño enorme a la Iglesia y a la percepción pública del sacerdocio y de la vida religiosa.
“No se puede negar que algunos de vosotros mis hermanos obispos y de vuestros predecesores, habéis fallado, a veces gravemente, a la hora de aplicar las normas, codificadas desde hace largo tiempo, del derecho canónico sobre los delitos de abusos de niños. Se han cometido graves errores en la respuesta a las acusaciones … hay que reconocer que se cometieron graves errores de juicio y hubo fallos de gobierno. Todo esto ha socavado gravemente vuestra credibilidad y eficacia … además de aplicar plenamente las normas del derecho canónico concernientes a los casos de abusos de niños, seguid cooperando con las autoridades civiles en el ámbito de su competencia.”

En relación con todo este tema me parece muy interesante una homilía Sacerdote franciscano P. Roger J. Landry, pronunciada en la Parroquia del Espíritu Santo, en Fall River, Massachusetts, Estados Unidos, que circula por la red y en la que creo que se pueden destacar los siguientes párrafos:

"La noticia principal en los medios de comunicación durante los últimos días ha sido la de que algunos sacerdotes en la Archidiócesis de Boston abusaron de jóvenes a quienes estaban consagrados a servir. Es un escándalo mayúsculo; un escándalo que muchas personas, que durante largo tiempo han tenido aversión a la Iglesia a causa de alguna de sus enseñanzas morales o doctrinales, están usando como pretexto para atacar a la Iglesia como un todo, tratando de significar que, después de todo, ellos tenían razón.
Antes de elegir a sus primeros discípulos, Jesús subió a la montaña a orar y estuvo orando durante toda la noche. En ese tiempo tenía muchos seguidores. Habló a su Padre en oración acerca de a quiénes elegiría para que fueran sus doce Apóstoles, los doce que Él formaría íntimamente, los doce a quienes enviaría a predicar la Buena Nueva en su nombre. Les dio el poder de expulsar a los demonios. Les dio poder para curar a los enfermos. Ellos vieron como Jesús obró incontables milagros, ellos mismos obraron en su nombre numerosos milagros. Pero, a pesar de todo, uno de ellos fue un traidor. Uno que había seguido al Señor; uno a quien el Señor le lavó los pies. Uno que lo vio caminar sobre las aguas, resucitar a personas de entre los muertos y perdonar a los pecadores, traicionó al Señor. El Evangelio nos dice que permitió que Satanás entrara en él y luego vendió al Señor por treinta monedas en Getsemaní.
A VECES LOS ELEGIDOS DE DIOS LO TRAICIONAN. Este es un hecho que debemos asumir. Podemos centrarnos en aquellos que traicionaron al Señor, aquellos que abusaron en vez de amar a quienes estaban llamados a servir, o, como la primera Iglesia, podemos enfocarnos en los demás, en los que han permanecido fieles, esos sacerdotes que siguen ofreciendo sus vidas para servir a Cristo y para servirlos a ustedes por amor. Los medios casi nunca prestan atención a los buenos once, aquellos a quienes Jesús escogió y que permanecieron fieles, que vivieron una vida de silenciosa santidad."

Seguiremos, no obstante, siendo testigos de la campaña de ataque y descrédito de la Iglesia y muy concretamente del Papa Benedicto XVI como cabeza de la misma. Sin embargo, como dijo Jesús en el Sermón de la Montaña:

Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.